martes, 12 de julio de 2011

Miguel Angel Asturias


Nació en Guatemala el 19 de octubre de 1899. Novelista y poeta del realismo mágico, influido en sus orígenes por el realismo, se adentra en su campo predilecto: la mitología aborigen, la propia tierra (lo telúrico, en término muy actual), en el sentido de compromiso con los sinsabores de los campesinos sometidos al yugo colonialista, lo que se ve ya en los títulos de sus obras.
ganador del Premio Nobel de literatura y una de las grandes figuras de las letras hispanas del siglo XX, constituye uno de los más sobresalientes y lúcidos esfuerzos de expresión de los sentimientos, tradiciones, preocupaciones y anhelos del pueblo guatemalteco.

Tras concluir sus estudios de derecho, se trasladó a París, donde siguió un curso sobre etnología centroamericana con Georges Raynaud y entró en contacto con el grupo de los surrealistas. Fruto de su tiempo parisiense y de sus propias experiencias vitales, nacieron las Leyendas de Guatemala (Madrid, 1930) que, prologadas por Paul Valéry, le proporcionaron su primer éxito literario.

En 1933 volvió a su país, donde continuó su creación literaria (Sonetos, 1936) e inició, en 1946, su carrera diplomática, ocupando sucesivamente los cargos de agregado cultural en México y Argentina y de embajador en El Salvador. Nuevas muestras de talento fueron El señor presidente (México, 1946) y Hombres de maíz (Buenos Aires, 1949), una novela llena de referencias simbólicas, en la que el autor trató de sintetizar el misticismo de la tradición maya y la denuncia de la realidad presente del campesino guatemalteco. A partir de entonces su obra fue acentuando el sentido de protesta social y la contraposición entre la imagen mítica del mundo maya y el sórdido materialismo de la sociedad moderna, como puede apreciarse en la trilogía compuesta por Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1955), cuya acción se desarrolla en las plantaciones bananeras del Caribe.

Además de su obra narrativa, publicó varios libros de poemas entre los que cabe mencionar Sien de alondra (1949), una pieza teatral (Soluna, 1957) y una antología de Poesía precolombina (1961). En 1966 fue galardonado por el gobierno de la Unión Soviética con el Premio Lenin de la Paz y un año después recibió el Nobel de literatura. Entre 1966 y 1970 fue embajador de Guatemala en París, ciudad que eligió a partir de entonces como lugar de residencia.

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