miércoles, 13 de julio de 2011

María Chinchilla



La Profesora María Chinchilla Recinos, nació el 2 de septiembre de 
1909 en la Aldea Las Ánimas, municipio de Asunción Mita,
departamento de Jutiapa.
La joven maestra murió en una manifestación del 25 de junio de 1944,
como señal inequívoca de la repulsa en contra del gobierno dictatorial de
Jorge Ubico. Por lo que ese día fue declarado Dia del Maestro,
y ella "Simbolo del Magisterio Nacional".

La Escuela Tipo Federacion Miguel Hidalgo y Costilla brinda en esta oportunidad
un homenaje, a la Maestra María Chinchilla, a todos los maestros, docentes,
profesores y educadores del país.
A todos nuestros héroes anónimos que luchan diariamente con sueldos
precarios y materiales inexistentes. A todos los que el tiempo ha olvidado
y que murieron por creer en sus sueños o por los que aún viven y
construyen hoy, el futuro de una mejor Guatemala.

El 10 de junio de 2008, el Concejo Municipal de Asunción Mita, Jutiapa
declaró  "Hija Ilustre de Asunción Mita", a la Maestra Jutiapaneca
María Chinchilla Recinos

María Chinchilla… El ejército atacó la manifestación y la gente empezó
a correr a donde podía. Mataron a la joven maestra…" (Stoltz 1999: 48-49).
La profesora María Chinchilla se convirtió, de alguna manera, en un símbolo del
magisterio y de la lucha antidictatorial. Sobre estos hechos Aurora Morales, otra copartícipe,
rememora, también en entrevista muchos años después:
“…Fue cuando estaban por derrocar a Ubico: cuando hubo manifestaciones. La primera
de ellas fue la de estudiantes; después vinieron las de los maestros. Creo que ellos
hicieron una en la sexta avenida y María Chinchilla iba entre ellos. La policía llegó a
disparar contra ello y le dieron a ella. Unos dicen que fue Ramiro Gareda Asturias el
que disparó directamente; pero quien sabe. La verdad es que la policía llegó a balear y
le pegaron a ella…” (Stoltz 1999: 38).
Me atrevo a soñar con un mundo mejor, donde no haya guerra ni hambre ni miseria. Donde haya en cada esquina libros que nos cuenten la historia y nos brinden la esperanza de que la educación sea la vía para el desarrollo. Un lugar donde, en vez de invertir para destruir, se invierta para crecer como seres humanos, con una formación del alma y un cultivo inequívoco hacia los valores morales y patrióticos. Donde abunde el entusiasmo por la vida y la fe hacia el futuro. Me atrevo a soñar con que hay gente que sí cree en lo que no se ve, personas que miran más allá de lo tangible y pueden transmitir ese sentir a los demás.

Un homenaje a los docentes me permite soñar con que haya más maestros que impulsen la capacidad de abstracción, la creatividad y la integración individual. Y es que ser maestro, buen maestro, es de por sí una locura. Una locura como la del Quijote, siempre en la búsqueda de una noble verdad, siempre con una esperanza de hierro que subyugue cualquier etiqueta fatalista. Ser maestro es intentar rescatar al semejante de la inconciencia vegetal, formando humanos y no máquinas. Es fomentar el deseo por el saber: ver y comprender, compartir y respetar, fomentar y construir. Me atrevo a afirmar que sí hay maestros quijotescos, que sí existen hombres y mujeres que luchan día a día porque creen en un mañana mejor y construyen con acciones un cambio, aunque este cambio ni siquiera logren verlo ellos mismos.
Entonces, confirmo que mi sueño no es sueño, que más bien es un hecho cuando entreveo en algún sitio al maestro vital que inunda el aula con su entusiasmo por el conocimiento, que desfila a la cabeza de la justicia e intenta, al menos lo intenta, hacer un cambio (porque él o ella son el cambio).
Me aventuro a evocar entre todos los maravillosos docentes del país a los que han luchado por combatir el silencio, por los que han logrado sentar un precedente, por los que nos inspiran a seguir soñando y a creer que sí podemos lograr construir un mundo mejor. Me atrevo a evocar la memoria de María Chinchilla, la joven profesora que murió en la manifestación del 25 de junio de 1944, como señal inequívoca de la repulsa en contra del gobierno dictatorial de Jorge Ubico. Como ella, como otros, subida en su Rocinante y alzando su lanza contra la injusticia brindemos un homenaje, el día de su muerte, a todos los maestros, docentes, profesores y educadores del país. A todos nuestros héroes anónimos que luchan diariamente con sueldos precarios y materiales inexistentes. A todos los que el tiempo ha olvidado y que murieron por creer en sus sueños o por los que aún viven y construyen hoy, el futuro de una mejor Guatemala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario